Cinco herramientas para un buen diseño sonoro

Por: Luis López-Lead Sound Editor

A veces se piensa que “buen diseño sonoro” es equivalente a “más diseño sonoro”. Pero no es así.

Cada producto auditivo, desde podcasts hasta audiolibros, requiere un diseño sonoro bien cuidado y hecho con atención, no importa si es una ficción con muchos personajes y capas sonoras (como nuestro show Azafata en Atacama), o un show de conversación entre dos personas (como Atlas Linguae). Un producto más sencillo desde el diseño sonoro aún necesita atención en su ritmo y sus niveles sonoros, mientras que proyectos más complejos requieren eso y también cuidado en el uso de su música y efectos sonoros. Y la importancia del diseño sonoro, como en todo lo relacionado a la edición, radica en hacerse invisible (o, en este caso, inaudible). Si una conversación está bien editada, no se nota que está editada, y si una escena de un show inmersivo está bien editada, cumple tan bien su objetivo de sumergirte en la escena que uno no pone atención en todas las decisiones que se tomaron para que sonara tan creíble.

El diseño sonoro es un proceso que toma tiempo y práctica, pero aquí van cinco consejos que pueden ayudar a desarrollarlo:

1) Dale tiempo a tus palabras.

Lo más llamativo de una voz (después de su timbre vocal, claro), es el ritmo en el que habla. Puede ser veloz y con mucha confianza, o puede tomarse el tiempo en seleccionar cada palabra. Puede tener un timing cómico excelente, guardando silencio por un par de segundos extra antes de decir el remate de un chiste o un comentario sarcástico. Ese ritmo vocal es algo que debe aprovecharse al máximo a la hora de editar todo tipo de voces, desde narraciones leídas hasta conversaciones más libres.

Existen herramientas de inteligencia artificial que recortan las pausas largas en grabaciones de voz, y esa bien puede ser una solución fácil y rápida para trabajar con mucho material en poco tiempo. Sin embargo, este tipo de soluciones a veces pueden crear un sonido muy abrupto. Por ejemplo, cuando estás en una reunión y alguien cuenta algo chistoso, todo mundo se ríe y después, tal vez, sueltan un suspiro, así como de “uff, qué buena estuvo ésa” antes de seguir con la conversación. Ahora imagínate que en vez de tener ese momento de suspiro del final, inmediatamente cortan de nuevo a la conversación anterior. ¡Se sentiría incompleto! Las palabras necesitan respirar, y esto se debe de respetar en el proceso de edición.

Por eso lo ideal es siempre poner atención al paso de las palabras. Si una oración está construyendo un momento para rematar en una palabra poderosa, hay que dar un poco de tiempo antes de soltar esa palabra. Y si hay que hacer una transición de una escena a otra, hay que perder el miedo al silencio. Deja unos cuatro o cinco segundos vacíos para terminar de procesar la idea anterior, lo suficientes como para empezar a sospechar sólo un poquito que tal vez se pausó tu reproductor musical sin querer. Verás que cuando entra la siguiente sección tendrá más presencia sólo por haber hecho eso.

2) Ni tan alto ni tan bajo (ni mucho menos los dos)

Si el ritmo vocal es lo más importante a la hora de la edición, cuando toca el turno de la mezcla, la clave está en cuidar los niveles (es decir, el volumen del sonido). Y si bien una voz con mucha variación dinámica (o sea, que llega a subir y bajar mucho el volumen) puede tener un gran poder interpretativo, la realidad es que nos limita la tecnología que usamos para escucharla. Si estuviéramos en un teatro o en una sala de cine esa variación sería más que bienvenida, pero al escucharla con audífonos o con las bocinas de nuestro teléfono o computadora en una plataforma de audio, puede resultar más bien molesto el tener que subir y bajar constantemente el volumen del dispositivo para poder escuchar todo cómodamente.

Por eso, a la hora de hacer la mezcla sonora, es importante asegurar que las voces estén siempre lo más cercanas posible a un mismo nivel. Para eso se pueden usar limitadores o compresores (o ambos). Estos a grandes rasgos permiten subir el nivel general de la pista (lo que llamamos “ganancia”) para así evitar que los momentos de menor volumen se puedan escuchar bien. Al mismo tiempo, estas herramientas “aplastan” los picos y momentos de mayor volumen para que no suban demasiado, y así crean una pista un poco más uniforme. Ahora, también es importante no irse demasiado lejos, porque empezará a sonar artificial y distorsionado. Lo ideal es encontrar un balance donde haya un poquito de variabilidad de niveles, pero sin tener que constantemente ajustar el volumen de tu dispositivo, porque a nadie le gusta tener que subir el volumen para después asustarse con un grito o una risa fuerte repentina.

Y esto hasta ahora sólo ha sido del volumen en las puras voces. Cuando además hay música o efectos de sonido de fondo, es muy importante siempre priorizar las voces. Aunque nos guste mucho nuestra música de fondo, si está tan fuerte que no permite entender lo que estamos diciendo, no funciona. Hay que asegurarse de que la música está lo suficientemente debajo de las voces para poder escucharlas claramente. Para esto, además de literalmente bajar el volumen, podemos añadirle a la pista musical un ecualizador que reduzca un poco las frecuencias más cercanas a las frecuencias vocales (cerca de los 125-250 Hz dependiendo de qué tan aguda o grave sea la voz).

3) ¡Que suene la música!… Pero no tanto

Ya que estamos en el tema de la música, la selección de ésta es un aspecto muy importante también. Casi todo el contenido de audio tiene algún tipo de música, desde las narraciones y ficciones más complejas hasta los shows conversacionales que quizá sólo tengan una canción corta de entrada y salida. Y acabamos de mencionar, aunque vale la pena reiterar, que la música nunca debe escucharse por encima de las voces. Dicho esto, hay algunos tips que pueden ayudar en la selección musical.

Lo primero que hay que tomar en cuenta es evitar música muy compleja. Para empezar, no es muy recomendable usar canciones con letra porque es fácil que la voz cantada choque con la voz hablada. Igualmente es mejor evitar música con melodías muy llamativas o complejas (por ejemplo, algo con un solo de guitarra muy presente) porque puede distraer de la conversación o de la narración.

¡Pero esto no significa que tu música tiene que ser aburrida! Simplemente hay otras áreas donde se puede volver más emocionante. La primera es con capas de instrumentos. Una pista puede ser interesante si se va construyendo un instrumento a la vez, quizá primero con un ritmo de percusión sencillo, luego con un bajo marcando un pulso, luego con un teclado añadiendo acordes, y cada uno de estos momentos puede servir como un acento a un momento específico de la narración. Por ejemplo, la entrada de un instrumento puede servir para enfatizar el final de una frase, sobre todo si es una revelación sorprendente. Otro elemento que puede servir para destacar un momento es un cambio de armonía. Si la música después de algunos compases cambia de acorde o de tono, puede tener un efecto similar al de añadir nuevos instrumentos.

4) Cierra los ojos, abre los oídos

Esto va principalmente para la inclusión de efectos sonoros. A la hora de incluir sonidos específicos, algo que hay que tener en cuenta es que son para una pieza auditiva, no para una pieza audiovisual. Cuando vemos una película o una serie de televisión, nos acostumbramos rápidamente a asociar los efectos sonoros a lo que estamos viendo en pantalla. Por ejemplo, en una película, podemos escuchar el sonido de alguien tecleando en un computador, o un perro ladrando, o una espada siendo desenvainada, y lo vamos a asociar a lo que estamos viendo, sin importar de dónde exactamente venga el sonido. Pero al trabajar en audio, no contamos con ese apoyo visual, así que hay que construir el espacio sonoro con mucho más cuidado.

Es por eso que, a la hora de construir escenas con efectos sonoros (por ejemplo, una calle con personas caminando, autos andando, quizá la sirena de una ambulancia, la campana de una bicicleta, etc.), un tip que puede ayudar mucho es simplemente cerrar los ojos. Hay que “visualizar” dónde puede ir cada sonido. Tal vez queremos que la ambulancia se vaya acercando desde el lado derecho, así que ajustamos el “paneo” (la posición hacia la derecha o izquierda de un sonido en estéreo) y el volumen para crear la escena de la ambulancia arribando. Y, para complementar, podemos buscar un sonido de gente un poco más consternada, que reaccione a lo que está sucediendo. Quizá también se escucha la bocina de un auto, tal vez del mismo lado de donde viene la ambulancia. Pero para todo esto ayuda mucho cerrar los ojos y con eso construir mentalmente el espacio sonoro que se va creando.

5) Escucha todo de nuevo y aplica la de Coco Chanel

¿Recuerdan aquella frase famosa de Coco Chanel? La que dice “antes de salir de casa, quítate una cosa”. Bueno, algo similar podemos aplicar al diseño sonoro: al terminar de editar, y antes de entregar, escucha todo una vez más de principio a fin para sentir si todo funciona o si de pronto algo ya no cuadra.

Hay veces que, después de trabajar un par de horas en una escena corta, pero muy densa, es fácil dejarse llevar y perder la noción del ritmo de la escena (así es, volvemos al ritmo). De pronto, un momento que durante la edición sonaba bien, ahora puede sonar demasiado rápido y confuso. En ese caso vale la pena revisarlo y modificarlo. Tal vez tiene demasiadas capas sonoras y funciona con menos, o tal vez necesita respirar un poco más. Quizá una entrada musical queda un poco abrupta y hay que ajustarla, o quizá el silencio entre una frase y otra puede durar dos o incluso tres segundos más. Siempre ayuda escuchar todo de principio a fin y absorberlo ya no escena por escena, sino como un todo.

Un diseño sonoro efectivo se integra de manera sutil, permitiendo que el oyente se sumerja en la experiencia sin ser consciente de los ajustes técnicos que se han realizado. La práctica y la dedicación en la edición son esenciales para lograr un producto auditivo que, al igual que una buena edición visual, pase desapercibido, destacando por su capacidad de crear una experiencia envolvente y agradable para el oyente.

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